Si existe un común denominador en las series y películas de los ochenta, noventa y principios de los dos mil es la manifestación del profundo deseo de crear prendas inteligentes que hicieran la vida más fácil. El mundo no se quedó con las ganas, hoy se hacen tangibles esas escenas de la televisión y el cine, que rayaban entre la fantasía y la irracionalidad. Las prendas inteligentes nos ayudan a simplificar nuestras vidas, y volver interactivas actividades tan habituales como practicar deporte.